Claves para que la Terapia Online funcione

Hacer terapia online tiene muchas ventajas: no hay desplazamientos, puedes hacerlo desde tu casa, es más flexible… Pero tiene sus trucos. No es solo encender la cámara y sentarte frente al ordenador, hay algo más si quieres que funcione de verdad.

Si estás haciendo terapia online (o te lo estás planteando), aquí van algunas claves que suelo compartir con las personas que acompaño, y que pueden marcar una gran diferencia en cómo vives el proceso.

1. Busca un rincón solo para ti

No necesitas un despacho perfecto, pero sí un espacio donde puedas estar tranquila/o y sentir que nadie te va a interrumpir.
Ese “lugar seguro” ayuda a que te abras, a que la sesión tenga un ritmo y a que tu cuerpo se relaje un poco más.

Lo importante es que lo conviertas en tu pequeño refugio durante la sesión.


2. Cuida los detalles técnicos (sin agobios)

No hace falta tener un súper equipo, pero sí que se te escuche bien, que la cámara funcione y que el internet no se corte cada dos por tres.
Te recomiendo probar todo unos minutos antes. Y si un día algo falla, tendremos un plan B: por ejemplo, pasarnos a llamada o reprogramar si hace falta. Estas cosas pasan (y más de una vez), así que mejor tomárnoslo con flexibilidad y sentido práctico.


3. Estar presente, de verdad

Aunque estemos a través de una pantalla, se nota mucho cuando estás solo “físicamente” conectado/a… o cuando estás ahí de verdad.

Cerrar otras ventanas (las del ordenador y las mentales), silenciar el móvil, tomarte un momento para respirar antes de entrar… Todo eso ayuda a que tú saques más provecho de la sesión. A veces, incluso te propongo empezar con un pequeño ejercicio de presencia para facilitar el paso del contexto real al contexto de la sesión.


4. Aclarar cómo vamos a trabajar

Una buena terapia también necesita estructura: saber cada cuánto nos veremos, cómo contactarnos si surge algo entre sesiones, cómo gestionamos los pagos, etc.

Hablar de esto desde el principio —y poder revisar el encuadre si algo cambia— nos da seguridad a las dos partes. Nos ayuda a que tú te centres en lo importante: tu proceso.

Para eso sirven la primera sesión de valoración gratuita y el documento con las condiciones del servicio que te enviaré: para que podamos resolver todas las dudas prácticas y tengas la información también por escrito.


5. Confianza: lo construimos juntas/os

Hay quien conecta desde el minuto uno, y hay quien necesita más tiempo. Las dos cosas están bien.

Mi invitación es que, si algo no te cuadra, si hay dudas, incomodidades o algo que te genera ruido… lo podamos hablar. La terapia es un espacio para eso también. Y cuando se puede decir, algo se desbloquea.

 

¿Y funciona igual que la presencial?

Buena pregunta. La respuesta corta es: sí, funciona.
La larga: hay cada vez más estudios que muestran que la terapia online es tan eficaz como la presencial en muchos casos (depresión, ansiedad, estrés…), y además tiene ventajas como mayor continuidad o más facilidad para abrirse, sobre todo si al principio cuesta mirarse cara a cara.

Eso sí: no siempre es lo más adecuado. En situaciones de crisis intensa, problemas graves de salud mental o si hay riesgo para la integridad, a veces es mejor optar por otras formas de intervención. Y si ese fuera el caso, también te lo diría con honestidad.

 

¿Te resuena alguna de estas ideas?

Tal vez ya las aplicas, o quizás hay alguna que podrías empezar a probar.
En cualquier caso, mi consejo es este: no subestimes lo que pasa entre la pantalla y el sofá.
El encuadre, la conexión, la honestidad… Todo eso cuenta, y mucho.

Si algo de esto te ha hecho clic o te ha dado una idea para probar en tu próxima sesión, me encantará saberlo. Y si estás valorando empezar terapia, aquí estoy para acompañarte en ese camino.